Jeremiah 39

Caída de Jerusalén

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1 s. Véase 52, 4-16 y IV Reyes 25, 1-21. El sitio de la ciudad se prolongó por espacio de dieciocho meses menos un día.
El año noveno de Sedecías rey de Judá, en el décimo mes, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército a Jerusalén y la sitió.
2Y el año undécimo de Sedecías, el día nueve del mes cuarto, fue abierta una brecha en la ciudad; 3
3. Entre los príncipes se nombra también Rabmag, cuyo nombre significa “jefe de los magos”, por donde se ve que en el ejército de los caldeos había magos que consultaban a los dioses. Cerca de la puerta media: Tal vez una puerta que separaba a Sión de la parte baja de la ciudad (Bover-Cantera).
y entraron todos los generales del rey de Babilonia, y se sentaron cerca de la puerta media; Nergalsarezer, Samgarnebo, Sarsequim, Rabsarís. Nergalsarezer, Rabmag, con todos los demás jefes del rey de Babilonia.

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4. El Arabá: aquí la depresión geológica al norte del Mar Muerto, donde corre el Jordán. El mismo nombre se da en la Biblia a la depresión al sur del Mar Muerto.
Al verlos Sedecías, rey de Judá, y todos los guerreros, huyeron, y salieron de noche de la ciudad, por el camino del jardín del rey, por la puerta que está entre los dos muros; y se encaminaron hacia el Arabá.
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5 s. Riblá (Vulgata: Reblata), ciudad de la Siria septentrional, donde Nabucodonosor tenía su cuartel general. Le sacó los ojos (versículo 7): Dura costumbre de los vencedores asirios y caldeos que vemos aplicada también por los filisteos en el caso de Sansón (Jueces 16, 21). Fue descubierto un relieve asirio que representa al rey Asurbanipal cegando personalmente a algunos prisioneros mediante una lanza.
Pero los persiguió el ejército de los caldeos; y alcanzaron a Sedecías en la llanura de Jericó. Lo tomaron preso y lo llevaron a Riblá, en la tierra de Hamat, ante Nabucodonosor, rey de Babilonia, quien lo sentenció.

6El rey de Babilonia hizo matar en Riblá a los hijos de Sedecías, delante de los ojos de este. El rey de Babilonia hizo degollar también a todos los nobles de Judá. 7A Sedecías le sacó los ojos y ordenó atarlo con cadenas de bronce, para conducirlo a Babilonia. 8Los caldeos entregaron a las llamas el palacio del rey y las casas del pueblo, y destruyeron los muros de Jerusalén. 9Al resto de los habitantes que habían quedado en la ciudad, y a los desertores que se habían pasado a él, como también a los restantes del pueblo que aún quedaba, los deportó Nabuzardán a Babilonia, capitán de la guardia. 10Solamente de los pobres del pueblo, que nada tenían, Nabuzardán, capitán de la guardia, dejó algunos en la tierra de Judá, dándoles al mismo tiempo viñas y campos.

Jeremías es puesto en libertad

11Nabucodonosor, rey de Babilonia, dio a Nabuzardán, capitán de la guardia, la siguiente orden respecto de Jeremías: 12
12. Los caldeos consideraban al profeta Jeremías como partidario y amigo suyo. En realidad no lo era, sino que anunciaba solamente la voluntad de Dios, sin miramientos políticos. La conducta del rey pagano, favorable a Jeremías, fue continuada por su general (40, 2 ss.). Es de notar que el mismo rey fue también propicio al profeta Daniel, como se ve en los primeros capítulos del libro de Daniel.
“Tómalo, y pon en él tu ojo, no le hagas ningún daño, antes bien, trátalo según él mismo te indique.”
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13. Los nombres no concuerdan con los del versículo 3. La diferencia se debe probablemente a los copistas.
Por lo tanto Nabuzardán, capitán de la guardia, Nebusazbán, Rabsarís, Nergalsarezer, Rabmag y todos los generales del rey de Babilonia,
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14. Del patio de la cárcel: Cf. 38, 28. Godolías es el jefe del resto del pueblo judío. Los caldeos lo habían constituido gobernador del país conquistado. Sobre Ahicam véase 26, 24 y nota.
enviaron a sacar a Jeremías del patio de la cárcel, y lo entregaron a Godolías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, para que lo llevase a su casa; y así habitó en medio del pueblo.

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15 ss. Esta profecía fue dada a Jeremías antes de la toma de la ciudad. Se refiere al etíope Ebed Mélec que había librado al profeta (38, 7 ss.) y ahora se ve librado él mismo del peligro de muerte. También Jesús promete una recompensa especial a los que sostienen a un profeta: “El que hospeda a un profeta en atención a que es profeta, tendrá galardón de justo” (Mateo 10, 42). ¡Cuánto más el que salva la vida de un profeta!
Mientras estaba preso en el patio de la cárcel, Jeremías había recibido esta palabra de Yahvé:
16“Ve y di a Ebed-Mélec, etíope: Así dice Yahvé de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí que voy a cumplir mis palabras acerca de esta ciudad, para mal y no para bien, y se cumplirán en aquel día ante tu vista. 17Mas a ti te libraré en ese día, dice Yahvé, y no serás entregado en manos de aquellos hombres a quienes tienes miedo; 18porque Yo te salvaré con toda seguridad y no caerás a espada, sino que tendrás por botín tu vida, por cuanto has confiado en Mí”, dice Yahvé.
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